
La Selección Colombia de béisbol volvió a demostrar por qué es una de las favoritas en los Juegos Bolivarianos de Villa María del Triunfo. Con una actuación sólida desde el primer episodio y una ofensiva que no dio respiro, el equipo nacional derrotó con autoridad 8-1 a Ecuador, firmando su segundo triunfo consecutivo en el certamen y enviando un mensaje claro a sus rivales: Colombia llegó a competir con contundencia.
El ataque tricolor se activó desde temprano. Un sencillo bien colocado de Guillermo Quintana abrió la ruta del triunfo al remolcar la carrera de Dilson Herrera. Minutos después, Daniel Vellojin amplió la ventaja con un imparable al bosque central que llevó a Dayan Frías y Carlos Arroyo al plato, consolidando un 3-0 que marcó el ritmo del compromiso.
En la parte baja de la cuarta, un error defensivo ecuatoriano permitió que Tito Polo anotara la cuarta carrera. El propio Polo, protagonista desde ambas facetas del juego, impulsó la quinta rayita con un sencillo que aprovechó Brayan Buelvas. Aunque Ecuador logró descontar con un batazo de Carlos Rodríguez que impulsó a Ledy Álvarez, la reacción no pasó de allí.
La ofensiva colombiana volvió a golpear en la sexta entrada, esta vez con un doblete de Dario Borrero que limpió parcialmente las bases y trajo dos anotaciones más. Carlos Arroyo cerró la producción con un contacto que, tras un tiro desviado, generó la octava carrera del encuentro, dejando sin respuesta al equipo ecuatoriano.
Pero el ataque no fue lo único que brilló. Luis De Ávila, encargado del arranque en la lomita, cumplió una labor dominante: en apenas 3.0 episodios ponchó a siete rivales, permitió solo cuatro imparables y concedió una carrera. Su control y agresividad desde el montículo le dieron solidez al planteamiento tricolor y frenaron cualquier intento de reacción ecuatoriana.
Con este resultado, Colombia no solo suma puntos, sino confianza. El equipo muestra equilibrio entre bateo, defensa y pitcheo, un factor decisivo en un torneo corto donde cada juego pesa. Si mantiene este nivel, la aspiración al título no solo es posible, sino alcanzable.



