Colombia

En la Ciénaga de Maracayo, el Padre Pascual Martínez, se despide del Sacerdocio.

Crónica tomada de

Jaime Montoya Coronado.

EN MARACAYO SE DESPIDIÓ ‘PASCUALITO’
Los Begambre, los Pérez, los Pastrana, los los Vásquez, los Humánez, los Ayala, los Banquet, los Negrete y los Ávila, entre otras familias de la región de Betancí-Montería, no habían podido conciliar el sueño en los últimos días por estar a la expectativa de la visita este domingo del sacerdote extranjero más popular que haya pisado tierra cordobesa.
Y no era para menos, Pascual Martínez, más conocido como ‘Pascualito’, oriundo de la provincia de Cabañas en la isla de Cuba, había escogido al puerto de Maracayo, corregimiento de Tres Piedras, para celebrar la eucaristía de despedida de su vida sacerdotal en víspera de cumplir sus 90 años de vida.
Y qué mejor que en una de las de las 33 iglesias que construyó en el municipio de Montería, luego de 60 años de ejercicio espiritual en zona rural de este municipio, con epicentro en los corregimientos de Buenos Aires La Manta y San Anterito.
Refiere el religioso que sus medios de transporte para el recorrido veredal fueron inicialmente el caballo, más tarde la moto y por último un viejo campero donde en un zorro cargaba perros para sus esporádicos días de caza.
Este día Maracayo está de fiesta, regresaba al pueblo que consideraba de sus entrañas, Pascual Martínez, lugar al que hacía muchos años no visitaba por problemas severos de salud, razón por la cual se vio obligado a un receso prolongado qué gracias a Dios, permitió su recuperación.
Faltaban 15 minutos para las 7 de la mañana, y la expectativa de los maracayeros y visitantes de otras comarcas crecía, porque entre ellos habían ahijados sesentones, compadres y muchos amigos que recordaban las misas que oficiaba echando cuentos y mandando a callar a los pelaos llorones.
El día avanzaba lentamente como esperando el regreso triunfal de quien le había levantado la iglesia a un costado de la plaza, en honor al Santo Patrono, San José. Era el conteo regresivo, y al instante se escuchó a la entrada del pueblo el ruido de un vehículo tipo taxi, y todos los ojos miraron hacia taxi amarillo que estacionaba frente a la Casa de Dios.
Hubo aplausos y risas acompañadas algunas de ellas acompañadas de ligeros sollozos, cuando apareció la figura del padre ausente por más de dos décadas, con su rostro un tanto marchito por el paso del tiempo, pero con una admirable lucidez al identificar a uno por uno a los primeros en saludarlo.
Vinieron a la memoria de los presentes lo que todos sabían, cuando en sus días de actividad por estos lugares, no había matrimonio al que no regresaba a festejar con los contrayentes. Bailaba y degustaba pasteles y una que otra cervecita, ‘para el caloŕ’, decía sonriente el líder católico.
También de su estilo evangelizador se comenta que, cuando en los bautizos los niños con nombres difíciles de pronunciar o foráneos, se negaba a imponer el sacramento, si los padres y padrinos no reeplazaban por nombres comunes, y sino el mismo los colocaba.
Hay quienes recuerdan que para financiar la contrucción de las iglesias, organizaba San Isidro para recolectar fondos. En los recaudos, no había finquero que se negara a una novillita, a un cerdo o un carnero, porque le ponía la lengua.
Toda estas experiencias del extrovertido sacerdote isleño vinieron hoy a la mente de la masiva concurrencia a la misa de despedida de ‘Pascualito’. Testimonios como los de Rafaelita Begambre, María Humánez, Dévora de Pastrana y Juan Negrete, son relatos vivenciales con sabor a leyenda.
Nota: Agradecimiento especial a la creadora de contenidos SIONI, encargada de coordinar la visita de tan importante personaje.

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