La selección de Venezuela, que atraviesa uno de sus mejores momentos deportivos y está cerca de asegurar un cupo para el repechaje del Mundial 2026, enfrenta un escándalo que podría poner en riesgo su participación en la Copa del Mundo.

El pasado 6 de junio, tras vencer 2-0 a Bolivia en Maturín, la delegación boliviana sufrió una retención aeroportuaria sin explicaciones oficiales, lo que retrasó su vuelo de regreso por más de doce horas. Las autoridades venezolanas alegaron fallas técnicas en escáneres, tráfico aéreo y otros motivos cambiantes, mientras que la delegación boliviana denunció un “sabotaje” y una maniobra deliberada para afectar su rendimiento y descanso.
Este incidente ha generado una fuerte reacción política y deportiva en Bolivia, que ha elevado quejas formales ante Conmebol y FIFA, exigiendo una investigación exhaustiva. La FIFA, que exige la libre circulación y trato digno a las delegaciones visitantes, podría imponer sanciones que van desde multas hasta la expulsión de Venezuela del Mundial 2026 si se confirma interferencia estatal premeditada.
La expulsión sería un golpe devastador para el fútbol venezolano, que ha mostrado un crecimiento notable bajo la dirección de Sergio Batista y está cerca de su primera clasificación mundialista. Bolivia ya activó canales diplomáticos y deportivos para que Conmebol y FIFA intervengan, mientras la FIFA prepara un proceso interno para evaluar si hubo interferencia política en asuntos deportivos, lo que agravaría la situación.
El caso trasciende lo deportivo y se juega también en el ámbito diplomático y político, con un posible impacto profundo en la credibilidad y futuro del fútbol venezolano a nivel mundial.