San Pelayo: cuando las luces del parque reavivan el espíritu de comunidad

La noche del 5 de diciembre de 2025 quedará marcada en la memoria de San Pelayo como un instante de celebración, identidad y reencuentro. Con la jornada denominada “Navidad para todos”, el municipio combinó el esperado encendido del alumbrado navideño con la entrega oficial del renovado Parque Simón Bolívar, un espacio público que vuelve a ocupar su lugar central como corazón de la vida comunitaria.
Un parque renovado: recuperar espacios, recuperar dignidad
La remodelación del Parque Simón Bolívar no es simplemente estética. Incluyó juegos infantiles nuevos, máquinas biosaludables, andenes adecuados, pintura integral y mobiliario cultural inspirado en los instrumentos del porro pelayero —un símbolo de identidad local—, con lo que pretenden reforzar el sentido de pertenencia, la recreación sana y un espacio digno para niños, jóvenes y familias.
En contextos urbanos y rurales donde el espacio público y la oferta de esparcimiento muchas veces son limitados, devolver un parque en condiciones dignas significa devolver oportunidades: un lugar seguro para que los jóvenes se reúnan, para que los niños jueguen, para que las familias se encuentren. Este tipo de inversiones, hechas con recursos propios del municipio, también transmiten un mensaje claro: la comunidad vale y merece espacios de calidad.
Tradición, luz y reencuentro: la Navidad como acto comunitario
El alumbrado navideño —con luces, figuras decorativas, un pesebre y celebraciones tradicionales— transformó las calles y plazas de San Pelayo en un escenario de magia, pero también de unión. Familias salieron a caminar, vecinos se reencontraron, niños corrieron entre luces; la música del fandango pelayero revivió en las plazas, recordando las raíces, la cultura, la identidad del pueblo.
Más allá del espectáculo, esta celebración es simbólica: envía un mensaje de esperanza, de comunidad, de que incluso en tiempos complejos —crisis económica, desigualdad, distanciamiento social— la cultura, la tradición y el espacio público pueden reconstruir vínculos, generar afectos y reavivar la confianza colectiva.
Convivencia, inclusión social y sentido de pertenencia
Un municipio como San Pelayo, con historia, tradición y cultura —como el legado del porro— necesita espacios que convoquen a su gente, que integren generaciones, que permitan la convivencia sana. La recuperación del parque y su apertura en esta fecha navideña proyectan algo más que luces: proyectan posibilidad. Posibilidad de que jóvenes, niños y adultos encuentren en su territorio un motivo de orgullo, de pertenencia, de futuro.
Además, en un contexto donde muchas veces las oportunidades de recreación o esparcimiento son escasas, este tipo de iniciativas funciona como canal de inclusión social: ofrecer a quienes normalmente no tienen recursos para viajes, vacaciones o entretenimiento —una opción accesible, cercana y gratuita.
Buen gobierno local: cuando la infraestructura y el simbolismo convergen
Que la administración municipal haya ejecutado estas obras con recursos propios reclama una mirada de responsabilidad y planificación. No se trata solo de poner luces —que también— sino de invertir en bienestar, en dignidad, en comunidad. El hecho de entregar un parque renovado, bien equipado y con identidad local demuestra que la gestión pública puede alinearse con las necesidades reales de la gente.
El acto navideño se convierte así en un instrumento de cohesión social y de reafirmación de lo colectivo: lo local, lo comunitario, lo nuestro.
Lecciones para otros municipios y el valor del espacio público en tiempos modernos
San Pelayo da una lección clara: que la Navidad —y las celebraciones— no deben reducirse a consumo o luces superficiales, sino pueden convertirse en oportunidades de reencuentro, memoria colectiva, cultura, dignidad y orgullo.
En un país donde muchas veces los espacios públicos se deterioran, se abandonan o pierden su función social, recuperar un parque, entregarlo a la comunidad, iluminarlo con identidad —es devolver vida, esperanza, resistir al olvido.
Este modelo puede servir de inspiración para otros municipios: invertir en lo comunitario, priorizar lo colectivo, devolver a la gente lo que le pertenece: espacios para compartir, soñar, convivir.
Conclusión: una Navidad que ilumina más allá de las luces
La ceremonia del encendido del alumbrado navideño y la entrega del Parque Simón Bolívar en San Pelayo no es solo un evento estacional. Es una apuesta por la comunidad, por la cultura, por la esperanza. Es el recordatorio de que el verdadero brillo no está en las luces, sino en la unión, en la dignidad, en el sentido de pertenencia.
Que San Pelayo no solo brille en diciembre, sino que conserve ese espíritu de pueblo, de encuentro, de cultura viva, durante todo el año. Que las luces iluminen su presente, y la memoria colectiva ilumine su futuro.



