Tragedia en la vía San Pelayo–Cotorra reabre el debate: ¿por qué Córdoba sigue perdiendo la batalla de la seguridad vial?

El grave accidente ocurrido en la vía que conecta a San Pelayo con Cotorra volvió a estremecer a la comunidad cordobesa y puso sobre la mesa un debate que parece no resolverse: la fragilidad de la seguridad vial en el departamento. Según los primeros reportes, varias personas resultaron heridas y fueron trasladadas al centro asistencial de Cereté, en un hecho que una vez más evidencia la vulnerabilidad de quienes transitan por las carreteras de la región.
Aunque diciembre es reconocido como uno de los meses con mayor flujo vehicular por las celebraciones y desplazamientos familiares, el problema va mucho más allá de la temporada. Los accidentes en Córdoba se han convertido en una constante que refleja una combinación peligrosa: falta de control efectivo, infraestructura deficiente, conductores imprudentes y ausencia de una política robusta de educación vial. Esta mezcla termina generando un escenario perfecto para que tragedias como la de este fin de semana sigan ocurriendo.
El punto más preocupante es que estos hechos no son aislados. En distintas vías del departamento, los accidentes se repiten con alarmante frecuencia, dejando heridos, pérdidas humanas y afectaciones económicas y sociales. Lo sucedido en el corregimiento de Carrillo es solo un nuevo recordatorio de que las autoridades deben asumir un rol más firme, implementando estrategias que realmente prevengan y no solo reaccionen después de la emergencia.
Es evidente que los controles operativos deben intensificarse, especialmente en horarios nocturnos y en tramos identificados como críticos. Asimismo, la señalización, iluminación y mantenimiento básico de la infraestructura vial no pueden seguir siendo promesas aplazadas. La calidad de las vías influye de manera directa en la tasa de accidentalidad, y su abandono solo incrementa el riesgo para conductores y pasajeros.
No obstante, la responsabilidad no recae únicamente en el Estado. La ciudadanía también debe asumir un compromiso real con la seguridad vial. El exceso de velocidad, el uso del celular al volante, el irrespeto por las normas de tránsito y la mezcla de alcohol con conducción siguen siendo prácticas que, lamentablemente, se repiten con demasiada frecuencia en la región. La cultura del “eso no me va a pasar a mí” está costando vidas.
La situación demanda un enfoque integral: campañas permanentes de prevención, sanciones ejemplares para conductores irresponsables, inversión en infraestructura y articulación institucional para reaccionar de manera rápida ante emergencias. Cada accidente que ocurre no solo deja daños materiales, sino también familias afectadas, proyectos truncados y una sensación de que aún falta mucho para lograr carreteras verdaderamente seguras.
El accidente en la vía San Pelayo–Cotorra debe ser más que un titular pasajero. Debe convertirse en un punto de inflexión para que Córdoba entienda que la seguridad vial no puede seguir siendo un tema secundario. Las carreteras del departamento necesitan acciones urgentes y coordinadas; de lo contrario, los ciudadanos seguirán expuestos a un riesgo que, con voluntad y prevención, podría evitarse.



