Veinte años de resiliencia, por su familia y la tierra

A las 7:30 de la mañana, Alba Yineth Sierra López nos recibe en su finca —ubicada en la vereda El Poblado, a 20 minutos de la zona urbana de Inírida— con dos tazas de café caliente, su sonrisa es evidente y trata de confundirse con el cacareo de las gallinas y el ladrido de los perros. Está contenta porque le gustan mucho las cámaras y que la visiten en su finca. Dice que es su mayor orgullo.
Recuerda, mientras compartimos el café, los mejores momentos de su vida en el campo, la relación con sus hijas y el reto que tiene en los próximos años con su predio: convertirla en una finca agroturística, con más pollos, gallinas, conejos, patos, cerdos y frutas típicas de la Amazorinoquía colombiana.
Las sonrisas y los suspiros vienen y van, al tiempo que rememora los más de 20 años que ha dedicado a trabajar la tierra y cómo, con esfuerzo, le ha dado para comer a su familia, a sus vecinos y a ella, y hasta para vender algunos de los alimentos que cultiva: plátano, piña, ají, yuca, limón, arazá y manaca (la fruta insignia del departamento).
Su felicidad es indiscutible y más cuando empieza a enumerar sus logros como mujer campesina. “En el 2002 logré el primer proyecto de avicultura con el Fondo Emprender del SENA, el cual me ayudó a superarme como persona y sacar mis hijas adelante”. Y agrega que en el 2009 obtuvo el título de propiedad de la finca El Triunfo, donde habita.
“Después, en el 2021, con todos los conocimientos adquiridos, tuve la oportunidad de ser instructora en el internado de Cejal, por el río Guaviare, formando jóvenes de noveno al grado once en la materia de Agricultura Ecológica”, agrega, con el tono que le da seguridad a lo alcanzado.
En el 2024 fue elegida como una de las representantes de las mujeres rurales ante el Comité Municipal de Reforma Agraria de Inírida.
En el sustancioso recorrido que hicimos por su finca, detallando cada animal, planta, fruto o arreglo, nos habló de cómo sus dos hijas mayores le “cogieron el tiro” y amor al campo, sobre cómo volverlo productivo. Es algo de lo que también se siente sumamente orgullosa.
Hoy su hija mayor cursa un proyecto de emprendimiento en el SENA sobre aves de postura, y está segura de que la empresa familiar que quiere seguir construyendo, más temprano que tarde será una realidad.
Llegando al mediodía, finalizamos la entrevista hablando del trabajo histórico que el Gobierno nacional, a través de la Agencia Nacional de Tierras —ANT—, viene adelantado en rincones olvidados del país.
Ella es fiel creyente de que la tierra da de lo que recibe y que las familias con capacidades y apoyo pueden trabajar juntas, generando su propio alimento y recursos económicos, aprovechando las riquezas únicas y biodiversas que la ‘Tierra de muchas aguas’, como se le conoce al Guainía, tiene para mostrarle al mundo.
Tomado de ant.gov.co